Lima, 07 de septiembre del 2015
Estimado espectro de Sr. Simón de Canterville:
Tu historia me ha parecido fascinante, eso de vivir tantos
años penando en un enorme castillo y lo peor de todo… ¡sin poder descansar en paz, debe ser terrible! Tuve que terminar
de leer la historia para poder escribirte, pues me causaba mucha curiosidad saber
qué pasó finalmente contigo. Quizá en algún momento me quisiste visitar pero
debe ser difícil salir de un gran castillo inglés y trasladarse hasta una casa
en una zona urbana muy lejana de ese lugar.
El castillo de Canterville debió ser un lugar muy elegante y
seguramente viviste muchos momentos felices allí; pero también allí pasaste un momento
muy fuerte que seguro te llevó a sufrir tantas cosas y andar como un fantasma tantos
años: ¡asesinar a tu propia esposa! … no me imagino que pudo llevarte a cometer
eso; pero de qué manera pagaste este crimen… perdido por nueve años y luego
espantando a todos lo que en el castillo ha habitado. (Sin considerar que sean
damas o curas o profesores renombrados). Imagino lo que pudo haber sentido el
mayordomo del castillo cuando vio tu mano verde por la ventana… ¡tan traumático
que tuvo que volarse los sesos! Como fantasma, estos hechos debieron haberte
alegrado mucho, pues la gente a la que asustabas realmente quedaba impactada, hasta
el punto de matarse.
Pero tu vida fantasmal cambió de repente con la llegada del
señor Otis y su familia. ¿Imaginaste que a alguien no le asusten los fantasmas?
Debiste haberte sentido frustrado como fantasma… ¡no debe haber nada pero que
esforzarse al máximo en algo para que nadie te reconozca el esfuerzo! Los hijos Otis sí que te hicieron las cosas
difíciles, poniéndote trampas y algo peor aún…esforzarte en asustar al señor
Otis y sólo lograr que él te quisiera ayudar ofreciéndote el aceite de cadenas “Sol naciente de Tammany”.
Imagino que eso fue todo un insulto para ti.
Un hecho conmovedor en tu historia fue el encontrar dentro
de todos esos fatales momentos que viviste tratando de asustar a los Otis, sin
lograrlo, fue encontrar a Virginia, en especial descubrir que ella te
comprendía y te hizo entender que tu
deber no es “hacer sonar las cadenas y gemir por los ojos de las cerraduras”, y te
trató con la amabilidad que hacía mucho tiempo no recibías.
Tu decisión de confiarle a Virginia tus deseos y pedirle
ayuda fue lo mejor: ella se conmovió con tu historia y finalmente te ayudó a
por fin descansar. Debe ser muy diferente donde estás ahora, no hay nadie a
quien asustar ni gemir; pero debe ser lo mejor para ti.
Me gustó mucho tu historia. Quizá encontrar personas que no
se asusten ante tus travesuras y que por el contrario, te intenten ayudar o
jugar contigo; debió haber sido algo que realmente no esperabas, pero encontrar
una amiga como Virginia y entregarle tu amistad fue lo mejor que pudiste hacer.
Es bueno tener alguien a quien confiarle tus cosas, ya que ella te ayudó a
lograr lo que más querías.
Descansa en
paz Simón, espero no verte nunca.
José Joaquín Malone Guillén
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